El hijo ‘huido
de hacienda’ del Onassis Vasco
El hombre
de pelo grisáceo, muletas con manillares verdes, observa a los magistrados con
la autoridad de quien posee más de mil millones de patrimonio. Tiene algo de
ojeras y parece guiar con sus ojos a sus abogados. Se acomoda la mascarilla, se
limpia el rostro, se sujeta la americana. José María Aristrain de la Cruz, a
las 10 de la mañana del miércoles 20 de octubre, se enfrenta a un juicio por el
que —Hacienda y el Ministerio Público— le reclaman prácticamente la fortuna que
se le conoce: 1.408 millones y 64 años de cárcel. De pronto, cierra un poco los
ojos, como dejando una rendija para contemplar mejor el espectáculo, comienza
su contraataque legal. Se vuelve a acomodar la chaqueta con la misma prestancia
con la que, desde los cuatro años de edad, se ajusta el chaleco antibalas.
A cuatro
filas de distancia, a sus 58 años, no impone. No es espigado. No parece poseer
un rostro fiero. Pero es de cerca cuando uno puede percibir que realmente no
observa, escanea. Lo aprendió de sus escoltas de infancia, cuando hacía
ejercicios de memoria para que detectara qué había alrededor. Personas,
objetos, peligros. Su batallón de abogados, entre los que se encuentran los
afamados despachos de Ignacio Ayala y José Antonio Choclán, para mediodía, en
un juicio que ha tardado más de una década en producirse, ya habían reducido la
pena en 400 millones. Y presentado pruebas para anular el proceso. Tal fue el
envite que la fiscal titubeó. Y no encontró los papeles que buscaba. Se hizo un
silencio incómodo. Y, a la distancia, los ojos de Aristrain se achinaron.
En cada
receso, Aristrain mira alrededor, algo tenso. Como previniendo que una cámara
le capte. Hay que calificar de obsesión el afán por la privacidad y la
ocultación de él, y de su familia. Durante décadas, de José María Aristrain
(Annemasse, Francia, noviembre de 1962) apenas circularon dos fotos, una de
medio cuerpo, de principios de los años 2000, en la que se mostraba sonriente,
bien parecido y trajeado. La otra le sitúa en su megafinca de Alía (Cáceres),
agarrado a la cornamenta de un cérvido recién abatido. Lozano.
Con ellas
congeló el paso del tiempo y su patrimonio a ojos del público y de la prensa,
mientras él hacía y deshacía entre Sevilla, Guipúzcoa, Madrid, Alía… pero
también entre Suiza, Malta, Luxemburgo y las Islas Vírgenes británicas. Hasta
tal punto, que su siguiente aparición pública a finales de la década de 2010,
ya en los toros, ya de juzgado en juzgado, con el pelo cano, supuestamente
impedido y hasta en silla de ruedas, contrasta brutalmente con aquella mocedad.
Para este
reportaje, encontramos otra imagen. Una diferente. Una donde se junta a padre e
hijo. Está él treintañero, con traje a medida. Detrás, su padre, José María
Aristrain Noain, quien forjó la fortuna familiar. El patriarca había llegado de
niño a Ordizia (Guipúzcoa) desde su Argentina natal. Su leyenda dice que
comenzó a hacerse rico recogiendo chatarra de la ría. Otros, más audaces, que
lo consiguió vendiendo herraduras.
Lo cierto
es que se casó con la hija de un empresario del sector del acero. Que sus
ingresos crecían a la par que sus vínculos de amistad con la élite del régimen
de Franco y sus ministros. También con lazos con el Opus Dei. También tenía
aliados socialistas... A finales de los 70, ya estaba oficialmente —Hacienda hizo
pública por primera vez su lista de grandes contribuyentes— en el podio de los
más ricos del país.
UNA MUERTE
SOSPECHOSA
EN CANNES
A su padre
lo llamaban el Onassis vasco. Su muerte se produjo a los 69 años, el 20 de mayo
de 1986, en un sospechoso accidente aéreo en la Costa Azul. Feneció en Cannes,
tras ser amenazado por ETA, y siempre hubo la sombra de la duda de si fue un
atentado o no. Su deceso precipitó que José María hijo —y su hermana María
Ángeles— recibieran su legado. El benjamín se convirtió en uno de los jóvenes
más ricos del planeta con sólo 23 años. Heredó empresas, propiedades, pero
también una trama societaria en guaridas fiscales. Tuvo que comenzar su propio
andar. Comenzó raudo, a la velocidad de los deportivos que poseía papá, alguno
como un Ferrari 250 GTO chasis 5111 valorado en 70 millones de euros.
Sin pausa,
los hermanos desarrollaron el mismo desvelo por conservar el anonimato en lo
personal y, especialmente, en lo financiero. A ojos del fisco, los hermanos
Aristrain no eran esquivos sino escurridizos, no eran discretos, sino presuntos
evasores.
María
Ángeles siguió su vía, con una maraña de sociedades mercantiles offshore, e
inició en 2015 los trámites para regularizar su patrimonio oculto entre
Liechtenstein y Suiza, que llegaba a los 50 millones de euros. Se libró así de
correr la suerte de su hermano. Él, testarudo y siempre defendiendo que no
había hecho nada malo, no quiso pactar con Hacienda ni con el Ministerio
Público.
SIETE
ESCOLTAS
POR SER
OBJETIVO
TERRORISTA
El juicio
prosigue. Un escolta cuenta su rutina. Sus secretos salen a la luz. Poseía
siete miembros de seguridad en España para él y su familia. Se filtra que aún
en 2005, ya en los estertores de ETA, aún seguía siendo objetivo de la banda
terrorista. Su partida al extranjero la justifica por ese temor. Un miedo que
tuvo toda su vida.
Momento
clave en la Audiencia. Los letrados de Aristrain presentan un documento de
Suiza que le reconoce como contribuyente en su país. Alegan que no puede
existir doble tributación. Jaque.
Aristrain
situó su residencia oficial en un chalet bautizado como Bonheur en la ciudad
suiza de Gstaad, donde han coincidido otros acaudalados españoles como los
Botín o los Sainz de Vicuña. Y celebridades como Audrey Hepburn, Clark Gable o
Grace Kelly. La prensa suiza la valoró en 70 millones, una de las más caras del
país de los más ricos.
Poco a
poco fue acumulando inmuebles de alto valor en Madrid y Sevilla, obras de arte,
yates —uno de 55 metros de eslora— y una fabulosa colección de coches que
controlaba en parte desde Malta y las Islas Vírgenes Británicas, a través de
las sociedades Wasp Ltd. e International Restoration Cars Ltd. En cierto
momento del proceso, algunos de sus bienes han acabado subastados o malvendidos
para sufragar los gastos del proceso judicial aún abierto. El motivo: tiene sus
cuentas en España congeladas.
La
relación entre José María Aristrain con Luxemburgo y otros países pasarela para
la elusión fiscal se remonta a hace cuatro décadas. Desde finales de los 90,
Aristrain y sus asesores tenían claro que entonces querían controlar su dinero
desde el Gran Ducado. En 1998 crearon la Corporación JMAC BV SARL con el
objetivo de situar allí su participación en Aceralia, la metalúrgica estatal
privatizada por José María Aznar en la que Aristrain había integrado su potente
grupo industrial. Poco después sobrevino la megafusión de Aceralia con sus
competidoras Arbed y Usinor, de la que surgió un gigante europeo del ramo.
En 2006 la
matriz luxemburguesa de Aristrain reconocía un 5,15% de Arcelor SA y activos de
598 millones, de los que 300 eran un crédito concedido por JP Morgan. Ese mismo
año Arcelor se integró en el imperio de la familia india Mittal, y Aristrain
conservó en torno a un 2% de la recién nacida ArcelorMittal. Entre octubre de
ese año y 2016, JMAC ocupó un asiento en el consejo de administración de la
acerera, una tarea que delegó en el banquero genovés Antoine Spillmann.
En el
juicio, el ministerio público quiere comprobar que Aristrain forjó una sociedad
en Luxemburgo para eludir impuestos. Pide un documento para que lo repase un
testigo con un atuendo que parece hecho por un sastre de Kingsman. No lo
hallan. Receso. La eficiente secretaria judicial trae a la sala cajas y cajas. Distribuye
una decena con pegatinas de la Policía y de la Agencia Tributaria por los
asientos vacíos. Son más de 25.000 folios haciendo un rápido cálculo. «Y hay
más en el archivo», dicen los responsables de su custodia. Todo para que la
respuesta del testigo sea...
—No
recuerdo. Mi papel era colateral...
LUXEMBURGO,
‘MON
AMOUR’
Las
cuentas de su sociedad madre luxemburguesa siempre han estado muy endeudadas.
En su último informe disponible, correspondiente al año 2017, un 42% de sus
activos (344 millones) eran deudas con bancos. Al cierre de ese año, JMAC era
titular de 2,2 millones de acciones de Mittal. Aunque la empresa sigue activa,
hace cuatro años, coincidiendo con el recrudecimiento de su proceso judicial,
la matriz de los negocios del empresario no presenta ya las cuentas en el
Registro Mercantil del Gran Ducado. Luxemburgo, mon amour, cual susurro de la
evasión fiscal.
SU FINCA
DE 13.081
HECTÁREAS
Empresas
de Aristrain figuran en los registros oficiales como titulares de 13.081
hectáreas en terrenos cinegéticos en Alía (Cáceres), El Garrobo (Sevilla),
Retamoso (Toledo), ocupando el puesto número 13 entre grandes terratenientes
del país según la investigación Los dueños de la caza, publicada en 2020 por EL
MUNDO.
En 2018,
este periódico cifró su fortuna en 950 millones de euros. Forbes, en su ranking
actualizado día a día, sitúa su fortuna en 1.100 millones de dólares y lo
coloca en el puesto 2.057 a nivel mundial. La reputada revista económica
helvética Bilan asegura que ocupa un lugar entre los 150 más ricos de Suiza.
Eso sí, no consiguen cuantificar la magnitud de su poderío: oscilaría entre los
1.000 y los 5.000 millones de francos suizos (de 937 a 4.690 millones de
euros). Así de incierto es.
Sin
embargo, al igual que en Luxemburgo, hace años que el empresario dejó de rendir
cuentas sobre sus empresas en España. La mayor de todas se ubica en el céntrico
Edificio Pakea, en San Sebastián, aunque sólo una pequeña leyenda en el
telefonillo del bloque, pegado al hotel María Cristina, da una pista de su
presencia. Le tocamos la puerta en su momento. Sin suerte. Hoy le tenemos
delante...
Más
secretos desvelados. Lo hacen las internas. Hablan de sus rutinas. De cómo
Aristrain se llevaba a alguna de ellas a Suiza, que allí también tiene un
equipo encargado de su residencia. Se escuchan de sedes y casas en las calles
Jorge Juan, Castellana, Fernando el Santo... las mejores zonas de Madrid. Donde
hoy están los más selectos clubes y las más exclusivas tiendas de moda. También
poseyó la manzana casi entera de la embajada británica. Todo es grandilocuente.
Como el silencio de Aristrain.
Una de sus
hijas hoy maneja las propiedades de los ricos madrileños, la nueva generación
de la beautiful people. Isabel declaró a Vanity Fair: «He sido la que más he
estado al lado de mi padre. Desde pequeña, me volqué en su tema industrial». Su
afán por protegerla a ella y a sus dos hermanos fue otra de las razones de la
escapada de su papá. Ella no tiene resentimiento con José María ni siquiera
porque dejó de pagarle la pensión a su madre, María Palma.
TOROS,
SILENCIO
Y
DESPEDIDA
El
matrimonio, cuando aún estaba unido, compró la ganadería de Jiménez Prieto, en
Casa Toril, una finca de El Garrobo (Sevilla). Palma era hija de un conocido
cronista taurino fallecido en 2019, amigo de Paco Camino y El Litri. Reside en
Sevilla y se dedica a la cría de ganado de lidia. El primer toro de su divisa
lo mató Espartaco. Se divorciaron en 2003.
Jueves 21
de octubre de 2021. En la primera planta de la Audiencia Provincial de Madrid,
José María Aristrain está citado para responder preguntas. Son las 10 de la
mañana.
—No soy
autor de los hechos que se me imputan. Me acojo al derecho a no declarar...
Eso suelta
el milmillonario. Convierte su declaración en inane. Confirma que no se va a
rendir. Y que va a llevar su caso hasta la última instancia. Se acepta que se
retire, aceptando su ausencia a partir de ahora. Sus médicos le aconsejan no
someterse a un estrés continuado. Parte bien asido a sus muletas. Se va con el
rostro seco, de águila de cetrería.
Fuente: http://rsocial.elmundo.orbyt.es/epaper/xml_epaper/El%20Mundo/24_10_2021/pla_25589_Madrid/xml_arts/art_47238282.xml?SHARE=6C23C0F29C6C4F158F7CA6264B486305BDA3FB840604A0EB6F6D69F564D44B8721D8BCD7DAFDA449D74C92CEC88C028D06D86DCB4663D2FED61B479D2859074596372065FBB9BAE34C6C88873CA5FD972B8A60A9451C5CDD5D9FD0F167660001